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La labor docente se ha vuelto cada vez más compleja debido a los rápidos cambios que han marcado a las sociedades en las últimas décadas, especialmente por la globalización, los avances en comunicación y la aceleración del conocimiento y la tecnología. Estas transformaciones han generado altas exigencias hacia los sistemas educativos, lo que plantea fundamentales interrogantes sobre cómo debe ser el profesor y cuáles son sus características tanto personales como profesionales. El perfil del educador, así como sus competencias y funciones, es un tema recurrente en la teoría y la práctica educativa, lo que presentaun desafío tanto teórico como práctico.

Por otro lado, la educación médica se distingue por requerir una formación amplia y sistemática que se extiende más allá de la universidad y se produce en el contexto laboral. Esta formación es crucial, dado que tiene un impacto directo en la calidad de la atención sanitaria. Se puede dividir en tres fases: la formación de pregrado, el posgrado y la formación médica continua. Durante el posgrado, se transforma al médico en especialista a través de un sistema conocido como "residencias". ¹

Los profesionales de la salud cumplen con un triple rol: realizan tareas asistenciales, desarrollan investigaciones y también son responsables de la educación. Por ende, la evaluación docente debe considerar tanto la complejidad de la práctica como el aislamiento en el que tradicionalmente se lleva a cabo; el aislamiento en la evaluación docente puede limitar la efectividad de la enseñanza, obstaculizar el desarrollo profesional y no reflejar adecuadamente la realidad del entorno educativo. Evaluar la efectividad de la docencia es esencial para establecer la calidad en las funciones de enseñanza, lo que a su vez influye en importantes decisiones académicas y administrativas.

Es fundamental que la formación incluya experiencias que fomenten la reflexión crítica sobre las acciones propias y la reinterpretación de las situaciones educativas. El currículum debería entenderse como un conjunto de posibilidades en lugar de una serie de normas rígidas, lo que implica una evaluación continua y ética del aprendizaje.

La evaluación del profesorado se define como un proceso sistemático de valoración de la actuación docente, que incluye análisis e interpretación de la información de manera formativa e integral. Esto es vital para retroalimentar el proceso de enseñanza-aprendizaje, determinando tanto la calidad académica del educador como el éxito del aprendizaje de los estudiantes. ²

En definitiva, el perfil profesional del docente se refiere al conjunto de competencias necesarias para ejercer su función de manera efectiva. La enseñanza en Medicina ha evolucionado en respuesta a los avances en el conocimiento médico, las necesidades culturales y sociales, y los cambios en la organización de los servicios y las metodologías educativas. Estos factores contribuyen a la formación de nuevos perfiles profesionales necesarios para abordar los desafíos actuales en la educación médica.

La profesión docente enfrenta un contexto dinámico que exige constantes adaptaciones y reflexiones profundas sobre sus funciones y competencias. La evaluación docente y la formación sistemática de los educadores son esenciales para garantizar una enseñanza de calidad, especialmente en campos complejos como la Medicina.

La formación continua y el desarrollo de habilidades reflexivas son fundamentales para preparar a los docentes no solo para transmitir conocimientos, sino para formar profesionales sensibles y capacitados en un entorno sanitario complejo. La inversión en la formación y evaluación del profesorado es, por lo tanto, no solo una mejora en la educación, sino un aspecto crucial para la calidad de la atención médica y el bienestar social.